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Cándido o el optimismo: Analiza la evolución psicológica del héroe Cándido y se compara con la evolución de su autor, se puede concluir que este último refleja en el libro su carrera como filósofo, desde Mondain, que fue su primera obra, en la que hace gala de bastante optimismo, hasta Cándido, su última obra, donde demuestra su pesimismo moderado. Este pesimismo se basa en la tesis Hay que cultivar nuestro jardín, con esto se refiere a que el mundo tal cual nunca cambiará, y que es imposible cambiarlo, pero si nos preocupamos de lo que nos rodea más íntimamente, podemos hacer por lo menos nuestra vida más próspera.
Zadig o el destino: En tiempos del rey Moabdar había en Babilonia un mozo llamado Zadig, nacido con excelentes disposiciones robustecidas por la educación. A pesar de ser rico y joven, sabía moderar sus pasiones; no era jactancioso, no quería tener siempre razón y sabía respetar la debilidad de los hombres. Asombraba ver que teniendo mucho ingenio no injuriaba jamás con chanzas en esas charlas tan dispersas, tan incoherentes, tan tumultuosas, en esa maledicencia temeraria, en esas decisiones ignorantes, en esas groseras bufonadas, en ese vano ruido de palabras que en Babilonia recibía el nombre de conversación. En el primer libro de Zoroastro había aprendido que el amor propio es un globo hinchado de viento del que salen tempestades cuando se pincha. Zadig, sobre todo, no se jactaba de despreciar a las mujeres y de subyugarlas. Era generoso, no temía hacer favores a ingratos, siguiendo ese gran precepto de Zoroastro: Cuando comas, da de comer a los perros, aunque tengan que morderte.
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