Nota de contenido: |
El astillero es una parábola sobre la imposibilidad de la salvación. Novela de la inmovilidad y la inercia, donde los actos que se repiten subrayan la asfixia vital y la inutilidad del esfuerzo humano: todo conduce a un punto muerto, todo es estéril y da vueltas en redondo sin llegar a ninguna parte. El registro narrativo de Onetti diluye hábilmente los contornos de la realidad y la inmoviliza, casi la congela en una vista fija, gris e invernal que nos habla de la vida como mera sobrevivencia en medio del estancamiento. Tampoco hay que olvidar las resonancias que este mundo tiene -pese a su naturaleza casi autártica- con la realidad social uruguaya, que se acercaba por entonces al punto crítico que haría caer las decrépitas estructuras que mantenían su orden y traería las plagas de la violencia y la dictadura.
]untacadáveres tiene su origen en La vida breve y una relación contradictoria con El astillero porque esta última novela es una prolongación, aunque anticipada, de aquella primera. «Juntacadáveres» (o «Junta» en su forma abreviada y eufemística) es el apodo que Larsen se ha ganado por sus actividades de proxeneta: absurdamente, recoge a las prostitutas más arruinadas y trata de ganar dinero con ellas. Por un lado, la novela cuenta toda esta sórdida historia, que explica la conflictiva relación de Larsen con Santa María; por otro, la del joven Jorge Malabia y Julita, su cuñada viuda. Estas distintas historias se cuentan -cada una con un narrador diferente- en forma paralela, pero convergen progresivamente y se funden al final. No sólo cada una ilumina o distorsiona a la otra, sino que ambas albergan otras historias secundarias, algunas con un valor casi autónomo. Todas coinciden en un motivo central en la obra de Onetti: la expulsión del paraíso y la caída en el mundo del mal sin término. |